En los últimos años, la Inteligencia Artificial se ha mudado de las páginas de los libros de ciencia ficción a los artículos de los periódicos. Cada día, amanecemos con nuevos hallazgos que ensanchan las fronteras de lo que creíamos posible. La tecnología nos brinda grandes oportunidades, pero también plantea desafíos intrincados que atañen a aspectos fundamentales de nuestra humanidad.

Los medios de comunicación nos han alertado de dos crisis ligadas a las nuevas tecnologías. Nos han advertido de la crisis existencial y de la crisis laboral, pero le han prestado mucha menos atención a la crisis humanista, cuyo impacto, que adopta la forma de una vaga ansiedad, empezamos a sentir en nuestras propias carnes.

La irrupción de las inteligencias artificiales tendrá un enorme impacto en la concepción antropológica, filosófica y social que tenemos de nosotros mismos. Los seres humanos nos hemos definido siempre por lo que hacemos. Somos nuestras profesiones y nuestras creaciones artísticas. A medida que las inteligencias artificiales ocupen más espacios en el mercado laboral y en el terreno del ocio y de la cultura, ¿qué sucederá con nuestra identidad? ¿Quiénes seremos y qué clase de vida podremos construir?

La crisis existencial demanda un abordaje técnico riguroso; la laboral, un enfoque político que tenga muy presentes a los diferentes agentes sociales; y la humanista, un diseño que incorpore la sabiduría de las ciencias humanas en general y de las ciencias del comportamiento en particular al desarrollo de nuevas herramientas.